Al realizar sus labores, los profesionales de cumplimiento siempre han equilibrado la complejidad, altas demandas, el riesgo a la reputación y la criticidad para la continuidad de la institución. Este espacio se mantiene en constante evolución, impulsado por cambios continuos en las metodologías del crimen organizado, cambios tecnológicos, y las exigencias cambiantes del mercado financiero y los reguladores para salvaguardar a los consumidores y el sistema financiero.

La aparición de cada nuevo gran reto crea un desequilibrio que debe compensarse con la perspicacia y presupuestos de las instituciones, sin que esto implique un alivio en la carga ni las demandas existentes. De esta forma, las instituciones financieras se adaptan con cambios parciales o completos a sus modelos de negocio y estrategias de gestión de riesgo, cada vez apuntando hacia una realidad más digital y los desafíos y riesgos que esto implica.